lunes, 26 de septiembre de 2022

Arranca la 70 edición del Festival de San Sebastian con la gran "Modelo 77" de Alberto Rodríguez

Y volvió de nuevo, la magia del cine a San Sebastián, después de dos años con restricciones de aforo, con mascarillas, con todas las medidas de seguridad... Lo de no tener a nadie a ambos lados de las butacas, era una sensación muy rara, que tanto público como prensa-invitados, hemos llevado bastante mal porque no nos olvidemos, un festival de cine es una fiesta.
Y arrancó con la estupenda "Modelo 77" de Alberto Rodríguez que reafirma el gran momento que vive y que atraviesa el cine español.


El día anterior a la inauguración, y como es habitual en los últimos años, la tradición manda el reencuentro con los compañeros, con los amigos, el pasear de nuevo por el casco viejo, el puerto, recorrer sus playas... Este año, ha sido diferente porque el terrible covid nos ha dejado huérfanos de su presencia. Nos duele y lloramos sus ausencias. Seguro que donde estén, estarán en un patio de butacas, siempre en nuestro recuerdos. Y sobre todo a ti, Juan Mari.

Volvamos al aniversario, a su 70 cumpleaños, y volvamos a la alfombra roja, a los aforos completos, los saludos, los reencuentros, las fiestas, que ya de por sí es un festival dentro del festival, a juntarse a ver películas que es de por sí un evento celebrable...Y lo curioso y casi increíble es que a menudo se olvidan de aquello que los convoca, la exhibición. Esto se explica porque buena parte de los asistentes a un festival de cine no ven películas, conversan con otros que sí las hacen o que distribuyen. El mercado, que en las últimas ediciones ha alcanzado un nivel altísimo de participación de proyectos y de negocios.


Es la más prestigiosa del país sobre todo por la visibilidad que da a la totalidad de las películas que se proyectan en todas las secciones. Y todos de alguna manera las hacemos visibles, los críticos, periodistas, programadores de otros festivales, público, y los distintos jurados, y sobre todo y por encima de todo, esas películas que a menudo se habrían hecho muy difíciles de ver de otra forma. 
El primer contacto, la primera cita real del producto con la crítica especializada y con esos espectadores que llenan los cines desde primer hora de la mañana, ajenos a su producción. Un escaparate que a veces recompensa con premios la labor de los cineastas y que sirven para reforzar el prestigio de sus creadores e incrementar sus ventas y su visualización. Y en este aniversario vamos a celebrar a lo grande el arte cinematográfico.

Sobre todo en un momento en que hay que salvar las salas de cine, el eslabón más delgado de la cadena de la industria cinematográfica. Junto con los compañeros, nuestra primera cita del día antes, es la exposición IMAGINA UN FESTIVAL en el Centro Internacional de Cultura Contemporánea-Tabakalera, paseando por su alfombra roja como auténticas estrellas de cine. Un paseo por más de 650 fotografías que ha enviado el público, y que, subiendo a la primera planta, nos presenta un espacio dedicado a los medios de comunicación. Un espectacular photocall que aterriza en el suelo, en un formato audiovisual y que cuenta con un total de 800 personalidades que han pasado por ellas durante toda la historia del Zinemaldia. 
El paseo culmina en un cine con proyecciones y momentos especiales que han sucedido. En palabras de sus creadores "Hacer una exposición para todos: cinéfilos y no cinéfilos".

Hoy no es un día normal, Hoy arranca el Festival con la película inaugural "Modelo 77" de Alberto Rodríguez, guionista y director de "7 Vírgenes", "Grupo 7", "La Isla Mínima" y "El Hombre de las Mil Caras". El director sevillano ha venido demostrando con estas películas el dominio de tantos géneros y sus variantes así como el cine negro, y sobre todo a la hora de retratar los conflictos sociales así también con la serie "La Peste".


De siempre las cárceles son un escenario cinematográfico de gran potencial. Cárcel Modelo. Barcelona, 1977. Manuel (Miguel Herrán), un joven contable, encarcelado y pendiente de juicio por cometer un desfalco, se enfrenta a una posible pena de entre 10 y 20 años, un castigo desproporcionado para la cuantía de su delito. Pronto, junto a su compañero de celda, Pino (Javier Gutiérrez), se une a un grupo de presos comunes que se está organizando para exigir una amnistía. Se inicia una guerra por la libertad que hará tambalearse al sistema penitenciario español. Si las cosas están cambiando fuera, dentro también tendrán que hacerlo.

Nos lleva a un relato preciso y ordenado de la época que retrata con los tumultuosos días que siguieron a la aprobación de la Ley de Reforma Política que terminó por desmontar el franquismo y dar paso a ese periodo de nuestra historia reciente conocido como "transición". También se reflexiona sobre las tensiones generacionales y de aquellos procedentes de los márgenes que buscan el modelo de integrarse en el sistema. Junto con el guionista Rafael Cobos, desde 2005, empezaron a desarrollar el guión, y sobre un punto en común que les llamó mucho la atención: que un sitio como la cárcel, que es un lugar donde se aísla a las personas, en aquellos años existiera un espíritu de unión tan fuerte entre los presos hasta el punto de acometer acciones de protestas conjunta.

Hablamos de un un lugar donde se hicieron cosas tan duras como cortarse las venas para que dejaran entrar a la prensa y comprobar las condiciones en las que se encontraban. Digno de admirar cómo se movía esa gente por un sueño. Era un momento en el que el país podía aspirar a cualquier cosa junto a creación de la coordinadora de presos en lucha (COPEL). En la rueda de prensa, Alberto comentó que uno de los inconvenientes era encontrar una cárcel donde poder rodar. Finalmente se les permitió entrar en la misma prisión donde transcurre la acción y que se convierte en una protagonista más. Ese grupo de presos en unos momentos más de grises que de blancos, con torturas, muertes y un sinfín de vejaciones, donde no solo pasas un buen o mal rato sino que te puede transformar como ciudadano.


Acierta al recrear admirablemente el ambiente, las reglas no escritas, los trapicheos, la opresión, los colegas, las reuniones secretas, los golpes de los guardias, los distintos bandos y clases sociales, los paseos por el patio... Y nos lleva a comprender las emociones que experimentan los reclusos, todo como una metáfora de la imposibilidad de hacerse entender, esos años de ruptura y de reformas.

Una película que como su director se refirió al final de la película prevalece la justicia poética donde no llega la justicia real. No hay nada peor que el tiempo pertenezca a otro y por eso se empatiza con ellos. En resumen, vibrante y contundente donde la personificación de los hechos en unos personajes espléndidos y bien interpretados, que hace comprender las aristas dramáticas de lo que acontece en ellas, narradas con nervio, elegancia y que a los espectadores nos hace llegar la tensión y oscuridad de una época negra en la que tantos contribuyeron, de maneras tan distintas, para hacer entrar a la luz.
 
Mención especial a Javier Gutiérrez y Miguel Herranz y el total acierto de los secundarios Jesús Carroza y Fernando Tejero. La mejor de las maneras para comenzar esta edición.

José Antonio Díaz
San Sebastián 2022

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