
Aún y así la presentación del mismo y la idea original sorprende. Jessie (Kate Bosworth) y Mark (Thomas Jane), son una pareja que aun vive apenada por la reciente muerte de su hijo Sean. Debido a la imposibilidad de la pareja de concebir otro bebé, deciden adoptar a Cody (Jacob Tremblay).
Cody, es un pequeño inteligente, sensible aunque algo abstraído debido al crudo pasado al que ha tenido que enfrentarse. Su madre murió siendo él un bebé, y todas las familias de acogida por las que ha ido pasando se han desprendido de él por motivos que se desconocen. Su última madre adoptiva despareció, a la vez que ingresaron a su padre adoptivo en el psiquiátrico.
Con el paso de los días Jessie y Mark, se darán cuenta que no les han explicado toda la verdad acerca de Cody, y es que éste, tiene un don muy especial. Es capaz de hacer realidad sus sueños, cosa que marca profundamente a sus nuevos padres adoptivos. Evidentemente, Jessie y Mark no esperan que Cody tenga pesadillas, y ahí empezará la verdadera pesadilla para sus nuevos padres adoptivos…

Flanagan se desvía mucho de la entrega de "Oculus: El espejo del mal", la cual disfrutamos en Sitges en el año 2014. Ese título que nos dejó un gran sabor de boca con agradables saltos de guión no se ve reflejado en ésta última entrega que no nos acaba de convencer. A pesar de todo, los amantes de los buenos efectos especiales la disfrutarán por la frescura de los mismos y lo interesante del guión.
David Sanmartí
@ddsanmarti
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